En estos días de lluvia uno camina por la ciudad y se topa con escenas como esta y se pregunta… Que puede ganar este hombre? Si que para conseguir un plato de comida tiene que arreglar o vender un mínimo 5 sombrillas al día y en un par de días cuando ya no esté lloviendo se le va a caer el negocio.
Los que así piensan tienen razón porque solo estamos viendo lo que está haciendo en el momento y lo criticamos, pero dejamos de ver todas las otras cosas que él pudiera estar haciendo y que son muy lucrativas y que no la hace porque prefiere andar por la senda correcta.
El pudiera por ejemplo: Romper una ventana en la noche y meterse a robar en casa ajena, pudiera vender drogas en un callejón, pudiera manejar un prostíbulo, pudiera prostituir a su mujer o a sus hijas por la comida del día o pudiera atracar en una esquina de noche, pero no, prefiere en vez de eso usar su ingenio para buscarse la vida por los medios que tiene a su alcance sin perturbar la paz pública y sin perjudicar a terceros.
Al ver esto me acorde de un párrafo que leí hace tiempo escrito por Constancio C. Vigil, un autor argentino que en su libro titulado “Erial” hay un capitulo que se llama “Carta a mi pueblo” donde hay un párrafo que dice:
“Ama a su patria el hombre que es honrado y laborioso, que gobierna su hogar con rectitud y entrega noblemente al porvenir parte de sus energías.
El que rompe la tierra con su arado, el que levanta un muro ladrillo por ladrillo, quienes tienden un riel con dolor de su cintura, quienes dan su trabajo en los talleres y en los laboratorios, los que buscan la verdad, los que forjan la belleza, todos ellos sirven y honran a la patria y la engrandecen cada minuto con su esfuerzo.”
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