Viva Relampago

En mi niñez, de libertad total, sin crímenes violentos, sin capos y sin narcos, cuando nuestros padres nos dejaban andar donde sea sin más restricciones que "Te quiero encontrar en la casa cuando llegue", cuando los avances tecnológicos eran la
televisión a color y el Atari , las cartas eran escritas a "puño y letras" las declaraciones de amor se entregaban con papelitos, peluches y tarjeticas, cuando mi calle era de tierra y peñones y el amor inalcanzable de mi vida era la hija de la vecina.

Mis amigos y yo teníamos héroes, y estos héroes, eran los luchadores tantos de la Cuadra Ruda como de la Cuadra Técnica. Y cada sábado se convertía en el día más emocionante de la semana, porque el barrio completo veía fielmente la lucha libre al mediodía por Color Visión.

Y cuando se acababa el programa era que se ponía buena la cosa porque todos salíamos para la calle y de una vez nos caíamos a golpe y hacíamos todo lo que habíamos visto en la lucha, algunos hasta usaban mascaras, capas y hasta las fajas la hacíamos de cartón con las cajas de cervezas y el logo de presidente era el diseño que tenían las fajas. Algunos hablaban como Los Broncos, como Astroman y como Puño de Hierro que eran los mas fácil de imitar.

Mi niñez paso, y cuanto lamento haberme enterado que aquellos luchadores eran hombres comunes y corrientes como cualquier vecino y no héroes inmortales, que retaban la gravedad, volaban por los aires, daban saltos mortales y "bebían el néctar de la victoria y sufrían la agonía de la derrota" y planchaban desde la 3ra cuerda, aplicaban la Polémica, golpeaban con la codera y noquiaban con la Manigueta.

Eran benefactores, que rifaban el legendario salami de
mallita y llegaban en la San Yang (ahi van!), bebían Forty Malt (un brazo de poder en cada cucharada). A esa corta edad yo iba a la escuela bíblica y mi mente infantil Jack Veneno y Relámpago era lo que yo me imaginaba cuando me hablaban del bueno y el malo, del bien y el mal.

Gracias por tantos momentos felices, Descansa en Paz Relámpago Hernández, ahora inmortal en el corazón de los Dominicanos.